jueves, 29 de diciembre de 2016
Novio Plantado en el Altar
Bienvenidos de nuevo amigos y lectores.
Regresan los sueños de Cosas Raras.
El recuerdo más nítido al despertar se centra en una imagen, dentro de una amplia iglesia sobria y elegante. Se encuentra casi llena y estoy bastante consciente de quienes están presentes, pero sobre viene la presencia de mi padre, y me refiero no sólo a mi padre carnal, sino a todo el constructo psicológico y social al que puede referir el vocablo.
Creo que un concepto más acertado sería referir a toda la grey que engloba a actores sociales y personajes de autoridad tanto moral como simbólica que se encuentran presentes en lo que llamamos "la sociedad" y que en otrora hubieran sido autenticas figuras de personalidad y peso propios, pero que ahora aparecen como meras caricatura de lo que en otros años representaron o que al menos para mi caso particular, de un tipo que tiende a relativizar todo, y que se encuentra aún, en una franca rebeldía propia de quien sigue construyendo su personalidad ante la presencia a veces agobiante de las instituciones cada vez más devaluadas tanto de la familia, como del ámbito de las relaciones y contactos extendidos que nos vinculan a las autoridades civiles y laborales dentro de aspectos poco concretos; no se trata bien de representantes de un gobierno o de una empresa, sino que sólo a personajes que de algún modo les representan. A pesar de todo esto, sé que se encuentran la familia y sus amistades, pero su peso moral y psicológico en esta escena, son mínimas...
La primera sensación es la abrumadora incomodidad de sentirse frente a tales presencias que me representan a la figura paterna. Estoy ahí, de pie, ante toda esa gente y en compañía de un ministro (quien viste de sotana, roquete, tippet capa plubial negros, y una mitra alta y larga de color entre grisaceo o plateado, pero que hace muy bien juego con el resto de las vestiduras), sintiendo la tensión, pero al mismo tiempo esforzándome por relajarme; ~total, ¿qué puede pasar?~. Sin embargo en algún momento tengo la sensación de que intercambio papeles con el celebrante;
~Porque, vamos, ¡yo también soy clérigo!. Muy probablemente yo debería ser él~. Pero oh mentira. Es mi mente la que trata de ponerme en un papel diferente tratándome de sacar de alguna manera de la bochornosa espera...
~Espera~. ¡Ya di en el punto!
¿Qué es lo que estoy esperando?
Todo este embrollo se trata sobre una boda. Soy yo el novio, que espera intranquilamente a la persona con la que me voy a casar. Pero; esa persona no llega ~ Porque realmente sé que no existe~ y sin embargo estoy ahí esperando como un tonto, ante toda esa gente. Pero no es todo; yo mismo fingí todo esto, fingí esta farsa de la que en ese preciso momento quiero salir...
Segunda Parte
¿Cómo inició todo este embrollo?
Al despertar estoy todavía con la conmoción. El primer juego de mi mente consciente es reparar en que yo era el ministro que iba a oficiar, pero noté el intento vano del mecanismo de protección el cual no respondería en lo absoluto al sentimiento de incomodidad del momento. Tratando de no caer en justificaciones traté de urgar en el sueño y di con el comienzo de la narrativa de esta historia de mi subconsciente.
Este último sueño comenzó al concluir el previo en una boda. Identifico que en el mismo lugar, contrajo nupcias una mujer regordeta a quien identifico como amiga o conocida; era la única quien me resulta familiar en este sueño, y ahora, mientras redacto estas líneas caigo en cuenta de que probablemente fuera una prima mía.
Justo al terminar el enlace, caigo en cuenta de que sería agradable o divertido el casarme yo también, aunque la idea me resulta más bien un tanto jocosa, como que sería propicio y a la vez cómico, ir hacia el altar. Pero, ¿con quién?...
Entre las asistente se encuentran algunos amigos gays, y pienso de inmediato en que sería bastante pícaro que al final todo se tratara de una broma de parte mía, y el enlace fuera una farsa entre yo y alguno de estos amigos míos. Sin embargo, inmediatamente después de esto me llega de pronto la presión social de tener en cuenta de que mi padre y todas estas figuras representativas se encontrarían presentes. Sin embargo esto no me detiene, y salgo del lugar comenzando a convidar gente al enlace, incluyendo a todas estas figuras de consideración. Pero; momento, esto cada vez se torna más serio, porque intuyo que estarán presentes personajes que aprecian aquella parte de mi personalidad que juega a ser en la vida, un personaje serio y moral. Gente que me conoce, que sabe de mi ministerio y que aprecia a esta parte de mí...
Creo que es en este momento en el que ya sé que no habrá tal enlace. ~Esperen, creo que me estoy dando cuenta de que en realidad, la opinión que tienen de mí, sí me importa~. Pero ya es demasiado tarde, ellos ya están ahí y yo ya estoy en la iglesia. Están de pie, creo que voy entrando... Me pongo de pie delante del ministro, y creo que en ese momento caigo en cuenta de que la farsa me salió mal, y lo peor de todo, es que ni tiempo me di de encontrar un o una cómplice que me siguiera el juego, o por lo menos me ayudara a salir del embrollo.
Insisto, ya es demasiado tarde, ya estoy ahí, de pie, anta todos los congregados y sin nadie que me pueda salvar de mí mismo...
La espera comienza a ser demasiado angustiosa, debido a que el tiempo está corriendo y aunque hay un intento semi consciente de tratar de serenarme, de pronto la realidad del momento me abofetea. Es decir, la espera misma es la que me abofetea y me confronta conmigo mismo.
Comienzo a pensar en que esa espera está ahí para arrojarme a lo que en realidad me abruma...
¡En el fondo sé, que nadie va a llegar!...
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