En el foro anterior ya compartí mis impresiones sobre la
lectura. En realidad creo que todo podía resumirse a que no concuerdo con
Foucault, ni con Castro Orellana. Aunque aplaudo su dedicación y esmero en sus
obras.
Lejos
de la experiencia anterior, esta vez quiero compartir un poco de mi
perspectiva, que viene de mis parciales observaciones, mi formación e historia
de vida.
Hace
tiempo, cuando finalizaba mi formación teológica, decidí abrirme a nuevas
experiencias espirituales, para conocer más y profundizar más en mi propia
experiencia como ser espiritual. Concretamente, dejé un poco de lado para
indagar en otras culturas y tradiciones religiosas. Concretamente las
orientales.
En oriente,
tanto la gran mayoría de las escuelas budistas, como algunas corrientes
gnóstico-cristianas, como en el tao, y algunas otra, se comparte un perspectiva
bastante distinta sobre la verdad, la cual es muy distinta a las experiencias e
ideologías que han marcado, y hasta cierto punto determinado la especie de
cosmovisión que domina en el pensamiento racionalista y positivista que viene
marcando la tendencia desde hace ya cuatro o cinco siglos (y ni qué decir si
nos metemos al pantanoso mundo oscurantista del Medievo).
De los
primeros autores que cautivaron mi interés en ese entonces. Que me permitió
tener un acercamiento hacia lo que groso modo voy a llamar como el pensamiento oriental y que me
permitió partir desde mi limitada experiencia, cosmovisión y creencias de joven
clérigo, cristiano, occidental. Fue Robert H Stuky, quien actualmente es una
autoridad en el abordaje académico de las religiones comparadas, y académico
experto en Tantra e Historia de los primeros siglos de la cristiandad. R Stuky
en una de sus obras [1] toca temas diversos temas de interés, tratando de hacer
paralelismos a los conceptos que conocemos los occidentales. El que llamó
poderosamente mi atención, fue el término sánscrito que más podría acercarse a
la idea de lo que nosotros denominamos “pecado”: Ajñana.
Sin
embargo, hay que tomar en cuenta las referencias culturales que se encuentran
detrás de este término, ya que el marco de trasfondo, o lo que los académicos
denominan “marco teórico” es radicalmente distinto a las nociones e ideas
asociadas que se asocian dentro de nosotros al recibir el estímulo de la
palabra “pecado”.
En
oriente (en el subcontienente indio, más concretamente), en gran parte de las
escuelas/corrientes del pensamiento, llámense filosóficas o espirituales, ajñana,
viene siendo considerado como el estado de error puro; o mejor dicho, un estado
primordial de ignorancia en el cual todos los seres sintientes nos encontramos.
Es decir, en un estado de desconocimiento total de la “Verdad”.
Este
estado de ignorancia determina siempre y todo momento los actos y pensamiento
de la vida de los seres humanos. Luego entonces esta premisa nos apunta
poderosamente a otra de las máximas del pensamiento oriental que nos dice que “todo”
es una ilusión.
Si nos
acercamos a los terrenos pantanosos de las doctrinas humanas, llegamos a un
punto en el que el ser humano, en su experiencia, trata de darle explicaciones
a estos sentimientos de condicionamientos inherentes a la condición humanos.
Para ellos siempre fue este estado de ignorancia primordial, y para los
occidentales, siempre fue la idea de un “pecado original”.
Los
budistas, explican este problema, fundamentado que la experiencia humana está
delimitada por una fuerza centrifuga, o centrípeta (desconozco de física, por
tanto no sabría cual término se acerca más) que retiene y que mantiene a los
seres humanos en esta condición.
Los
musulmanes lo denominan “nafs tirano” [2]. Los budistas lo traducen libremente
como ego.
Tomando
en cuenta esto, tenemos una perspectiva distinta a la nuestra que nos ubica en
una posición, un tanto más sana y realista, desde mi humilde opinión, en cuanto
a nuestras creencias acerca de lo que percibimos como “la realidad” y lo que
creemos que es “verdad”.
Según
varias doctrinas, lo que percibimos es sólo un constructo fabricado por
nuestros egos. Estos constructos forman creencias, y cuando estas creencias se
afianzan, entonces generamos constructos mayores que pretendemos sean nuestra
verdad. Y probablemente así es, o por lo menos nuestra experiencia de estos
tiempos nos ha dicho que así ha sido…
̶ Y vaya que me
gustaría conocer la opinión de Don Miguel a este respecto.
Dejando
claras anteriormente mis discrepancias con los autores de esta unidad, creo que
los cambios epistemológicos y paradigmáticos han sido más y más violentos de
los que suponemos. En mi humilde y limitada visión creo que estos se vienen
dando de una manera cada vez más vertiginosa conforme avanzan los tiempos (o
conforme acrecenta la población mundial) o al menos es lo que mi perspectiva
percibe.
Para
ejemplos me fascinan mucho remitirme a lo de las ciencias “duras”, que no se
por qué se llaman duras, si siempre se fundamentan sobre supuestos (teorías)
que perduran sólo unas cuantas generaciones y que son reemplazadas, desechadas,
por otras que las descartan. Y así se perpetúa el ciclo, desde la época del
renacimiento (aunque en realidad antes, sólo que los supuestos eran filosóficos
y no científicos).
Y así,
las ideas del hombre trasmigraron del geocentrismo al heliocentrismo, de la
física clásica a la cuántica, de la relatividad a la cuántica y de ahí a la
multiversidad, del creacionismo al evolucionismo, y podrían numerarse todos
estos cambios paradigmáticos en una tesis doctoral, sin aterrizar a algo
concreto. Estas teorías, son constructos humanos, limitados por la perspectiva
y la experiencia humana, y por lo tanto, sujetos al cambio y a la finitud.
Así
como esto ha ocurrido en la historia del hombre, lo mismo sucede en la historia
de los individuos. A final de cuentas, creo, y no estoy seguro tampoco de eso,
que sólo poseemos realmente nuestra perspectiva en base a la cual, vamos
asimilando nuestra insignificante experiencia. Y digo insignificante
considerando que hay siete mil millones de experiencias simultaneas a la
nuestra, insignificante contemplado la brutal magnitud de que es lo que se
encuentra fuera de nosotros, y de lo que se encuentra dentro. Insignificante en
el sentido de que no podemos explicar siquiera los procesos mentales (la mente,
el pensamiento) que nos levan a pensar y reflexionar al escribir estos
renglones. Insignificante porque la enfermedad del ego muchas veces nos engaña
llevándonos a creer que la verdad sólo existe en virtud de nosotros mismo…
¿Será a caso esto posible?
¿Y que es pues cuando la perspectiva se termine?
¿Sus constructos morirán con ella,
o permanecerán un tiempo, para morir después?
1. El Jesús Tántrico.
2. Nafs podríamos traducirlo como “alma”. El “naf tirano” hace referencia al ego mundano.
¿Será a caso esto posible?
¿Y que es pues cuando la perspectiva se termine?
¿Sus constructos morirán con ella,
o permanecerán un tiempo, para morir después?
Es cuanto.'.
Drako Konztantyno,
Heresiarka ++
Drako Konztantyno,
Heresiarka ++
1. El Jesús Tántrico.
2. Nafs podríamos traducirlo como “alma”. El “naf tirano” hace referencia al ego mundano.
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