Mesoamérica Amada.

Como una dalia que se marchita,
y muere…

Así me siento en el desierto,
de este mar de nostalgia,
en este terreno baldío,
en este mundo de olvido,
que lleva por nombre Bajío.

Extraño mi patria,
mi Mesoamérica amada,
extraño mi casa
y mi gente perciada.

Que tonto hube sido,
al abandonarme al destino,
sin pensar que en el anhelo de amar,
me encontraría perdido,
en un triste mar de soledad.

Y ahora que a mi dios clamo clemencia,
mi espíritu se muere en la impotencia,
de no poder remediar
las consecuencias de haber obrado mal.

Tonto he sido, no lo niego.
Nefasta la esperanza de un mundo mejor,
que no me permite aceptar la dura !funesta!
pero cierta, realidad.

Si me someto a esta vida de indiferencia,
¡Que tortura!
Si me aferro a una falsa esperanza,
¡Que impaciencia,
_________________ que impotencia!


Si mendigo en esta vida, no será cariño,
no será amor, sino más bien olvido...


Juro al Olimpo y a sus muchos dioses,
que en esta lucha no me daré por vencido.
Que de esta derrota, retornaré invicto.


Aunque quizá,
pobre,

y muy probable,

… con el corazón herido.




Es cuanto.’.




Desde la pútridas y resecas tierras de Bajío.
Con la firme esperanza de regresar a los vergeles Mesoamericanos.


Drako-Konztantyno.
Heresiarka en el autoexilio.