La Sombra, By Drako-Konztantyno .´.

La Sombra, By Drako-Konztantyno .´.

lunes, 22 de junio de 2009

La Emisaria de Seth.



Una mosca vate enérgicamente sus alas por toda la habitación. El estridente sonido producido por tan insignificante ser, es capaz de perturbarme, al tener el sentido del oído tan excitado por la noche de excesos y sustancias.

_Esta pequeña emisaria de Seth, entra en mi alcoba como maldición en la culminación de las horas de la noche. Su zumbido siniestro irrumpe mi trance y termino por saltar del Reino del subconsciente para llegar al reino de la “realidad”. Aún no he abierto los ojos, y sin embargo, ya sé que se trata de una de esas moscas atroces de vulgares dimensiones; de esas moscas obscenas que acostumbran vivir entre las eses de las vacas. De pronto un pequeño golpe interrumpe el zumbido.
—Habrá pegado contra la ventana—me digo para mis adentros.

_Los pensamientos comienzan a agitar mi cerebro entumecido por el alcohol y las drogas y por más que las ideas comienzan a bombardear mi cabeza, aún no logro recordar lo que hice la noche anterior, o mejor dicho, hace tan sólo algunas horas antes.

_Descansó en la cama recostado boca arriba, entre un mar de porquerías desperdigadas por toda la habitación. Desde revistas viejas y libros inconclusos, hasta colillas de cigarros, ropa sucia y botellas vacías. Aún así, no tengo intención alguna por levantarme. Lo único que me preocupa, es saber qué fue de mí hasta antes de dormir.

_Pensamientos fantasmas se suceden unos a otros. Y mi mente se transforma en un mosaico de ideas sin sentido, sin lo que el mundo materialista denominaría lógica, y aún así, me doy cuenta de que poseen significados ocultos para mí. Un bisonte en las llanuras de Siberia. Un tótem con indescifrables fetiches. Un chamán volando sobre Machu Pichu. Un Sigil de un Místico Iniciado. Un aquelarre de Adoratrices de Pan. El Hierofante y la Pitia consultando a Apolo. Un Hombre que vienen caminando desde Oriente con el Sol a sus espaldas y un cordero en hombros. Nueve Hombres custodiando un sarcófago y un pontífice humillado.

_ Quiero moverme y no puedo, el trance en el que he caído es maravilloso. Creo que las drogas jamás habían sido tan benevolentes con los universos que me habían develado. Y hoy; hoy ante las maravillosas imágenes que saturan mi pensar, no puedo siquiera tomar un bolígrafo para anotar todas mis visiones.

_Escucho de nuevo el zumbido, pero al parecer más sonoro, o quizá doble. Sí, es un doble zumbido. Ya son dos moscas.

_De pronto, mis visiones me transportan de nuevo. Ya estoy en el desierto, un mar dorado con un tibio sol que perece en el horizonte. Tras las dunas de arena, un Templo se levanta orgulloso y majestuoso a las orillas del Nilo. Exquisitas figuras antropomorfas con cabezas de bestias flanquean las entradas y un sacerdote vestido de lino, con la cabeza rapada, espera mi entrar.

_ El zumbido de la alcoba se multiplica y me preocupa el hecho de no poder mover ninguna de mis extremidades. Tal vez en esta ocasión me excedí con los psicotrópicos.

_ Camino por el valle dorado, entre la exótica vegetación de las llanuras del Nilo. El sacerdote espera pacientemente a que me decida a entrar.

_De pronto caigo en cuenta de que algo anda mal, de que algo es diferente a las demás ocasiones, quizá no puedo moverme, pero no siento ni el entumecimiento ni el calambre que producen los tóxicos durante las mañanas siguientes. Y el zumbido; el siniestro zumbido se multiplica en mi alrededor y siento como la pluralidad de insectos voladores se posan sobre mí, y comienzan a alimentarse.

-Todo está mal, ni siquiera puedo producir el espasmo muscular que asustaría a las moscas-.

_ Sin embargo regreso a mi visión y estoy ante las puertas del templo. El sacerdote me desviste y me cubre de lino blanco y me da unas sandalias de cuero. Me postro ante la magnificencia de tan santo lugar. El sacerdote abre la puerta, y montado sobre un hipopótamo, viene el Santo Señor Seth.

_ Trato de espantar las moscas que se posan y revolotean sobre mí, y no puedo. Una serena angustia invade mi pensamiento, y sin embargo, con tranquilidad me doy cuenta de que no estoy respirando, y que pese a mis esfuerzos, no he podido abrir los ojos. Y sin embargo, sin embargo mi aturdido inconsciente cree que ve la alcoba entre sombras, con un anaranjado resplandor y una mosca gigante revoloteando sobre de mí.

_ Desprendido nuevamente de la “realidad”, me encuentro ante el Gran Seth, y su séquito de divinidades que le acompañan. Estoy a punto del éxtasis divino. Seth extiende su centro hacia mí, para que toque la punta, como señal de entrega total.

_ De pronto un fétido olor inunda mi alcoba. Centenares de gusanos se retuercen en mis entrañas.

—¿A caso… a caso esta es la muerte por sobredosis?




No hay comentarios:

Publicar un comentario