La Sombra, By Drako-Konztantyno .´.

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lunes, 20 de abril de 2009

Leer no hace daño, escribir menos.

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Leer no hace daño, escribir menos.



El maestro don Carlos Monsiváis, en uno de sus ensayos, reflexiona sobre la importancia que tiene la lectura en el proceso de la formación de la identidad. Tras hacer una crítica mordaz a la literatura popular, o “literatura barata” como él llama a ese conglomerado de escritos propios de los puestos de periódico, comienza a hablarnos de su propia experiencia en el mundo de los libros.

Como la mayoría de los escritores latinoamericanos, Monsiváis tuvo la fortuna de crecer en un ambiente en el que la lectura de los clásicos resulta obligada. Al igual que muchos de su generación, estuvo influido por la biblioteca de algún familiar suyo, en este caso la de sus abuelos y posteriormente la de sus padres. A grado tal que nos presume la cantidad de obras que ya había tenido el gusto de disfrutar, cuando apenas era un infante de nueve años.

Al leer estos renglones de la vida del maestro, no pongo en duda, de ninguna manera, de que el lector, no nace ni se hace; sino más bien se construye, día con día. Aunque en esta generación de los “grandes” latinoamericanos, hay muchos que afirman que las letras es una especie de “don” con el que la Lengua ha ungido a alguno de sus amados hijos, y pese a que muchas veces se pongan románticos hablándonos de sus experiencias sobre infancias propicias, ricas en cultura, en clásicos, en tertulias familiares de corte literario y poniéndose nostálgicos al recordar épocas posteriores a la revolución, en la cuales imperaba un esnobismo cultural que pocas veces ha vivió nuestro país.

Es pertinente interrogarnos en nuestro rol de docentes ¿Qué tanta razón tienen “les grands” con respecto a la experiencia individual que hace de los hombres, simples mortales en este paraíso del saber, de la cultura y del lenguaje, verdaderos alfabetizados en el uso cotidiano y comunicativo de la lengua oral y escrita?
Si bien es cierto que existen factores que influyen, en algunos casos en forma determinante, en el interés que niños y jóvenes muestren sobre la lectura. Considero que no está condicionada por esto.

En nuestras escuelas públicas, hay niños que llegan a las aulas con un amplio currículo literario en su haber, aunque claro que representan una minoría muy rara, tal vez hijos de profesionistas, casi siempre hijos de otros maestros. No podemos condicionar este hecho a que sólo pueden generarse buenos lectores y escritores dentro de familias que tienen arraigado este gratísimo hábito.

La tendencia que tenían los planes y programas de estudio de generaciones anteriores, las cuales en su momento resultaron ser muy buenas, tenía una marcada inclinación por tratar de hacer del niño, un experto en reglas gramaticales y ortografía. Pero al día de hoy, las cosas han venido cambiando, respondiendo en gran medida a las necesidades que tienen nuestro País en general, y sus grandes y pequeñas comunidades en lo particular. Al día de hoy, la enseñanza del lenguaje en nuestras aulas sigue una finalidad completamente comunicativa, porque se trata en gran medida de responder a las demandas que este mundo globalizado, que vive el esplendor de la era de las comunicaciones, exige a los ciudadanos tener las competencias comunicativas necesarias para desarrollarse en lo privado, como en la cotidianidad, de una manera exitosa.

Ahora después de analiza esto, los invito a reflexionar. ¿El lecto-escritor competente, nace o se hace? Compartiendo nuevamente mi opinión, me gustaría plantear, que el lector o el escritor exitoso y competente se construye día con día.

Si bien es cierto que el placer que produce la lectura y la escritura puede tratarse de una especie de “don” que se puede traer consigo, o se puede desarrollar. La escritura y la lectura con fines prácticos, que en ningún sentido se limita al área del lenguaje y de la literatura, y que tienen un objetivo comunicativo y funcional. Debe de perfeccionarse por medio de práctica, y este perfeccionamiento inicia desde el momento en el que el infante toma su primer libro y su primer lápiz. Desde este pequeño paso del infante, que representa un gran salto para la comunicación, el éxito que tenga este individuo para desenvolverse como un alfabetizado competente dentro de la sociedad, dependerá del uso practico que él haga del lenguaje.
Quizá los expertos nos digan que nadie nos enseña, de una manera formal, a escuchar y hablar en nuestros primeros años de vida. Ya que en gran medida nuestras necesidades comunicativas-instintivas nos conducen a ello. Es dentro del ámbito de la educación formal en el que se da el perfeccionamiento de estas, pero a partir de entonces, acompañadas del proceso de lectura y escritura, que sí dependen completamente de los educadores.

Con base a esta última aseveración, debemos ubicarnos dentro de nuestra obligación como docentes, independientemente de la asignatura que se imparta, porque finalmente no podemos descuidar la lectura práctica de comprensión y la escritura comunicativa y/o divulgativa.

En lo que sí podemos coincidir con el maestro Monsiváis es que quien se acerca de una manera afable a la lectura, obtendrá de ésta grandes beneficios.

Independientemente del tipo de lectura que se prefiera. Y qué decir de los niños y jóvenes que acostumbran escribir sus diarios, o llevar algún blog en línea. Son quienes presentan una mayor habilidad al momento de redactar dentro de las aulas; además de que presentan una mayor capacidad de organizar sus ideas.

Retomando un poco esto de los “bloggers”. Muchos educadores en España (en casi todos los niveles de la educación) han implementado el uso de los blogs en la aplicación de los programas educativos, y con muy buenos resultados. Yo creo que en plena época de las comunicaciones, debemos de ser capaces de crear alternativas que resulten atractivas para los alumnos, y al implementar técnicas que implique el apoyo de la tecnología no sólo estaremos hablando de desarrollar habilidades, sino más bien de competencias comunicativas cada vez más efectivas.


“Escribir por escribir es arte…
Escribir para comunicarse es una necesidad…

La diferencia entre lo uno y lo otro
radica en el término medio…
y se denomina, competencia”

(Este texto fue escogio para ser publicado
en la Gaceta Normalista Nacional)

Dom Drako-Konztantyno

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